Cada crimen se siente como una sentencia de por vida. Es una realidad que muchos enfrentan en todo el mundo, viviendo con los estragos emocionales y físicos de haber sufrido un delito. Desde el robo de un teléfono hasta un asalto violento, cada crimen deja una huella indeleble en la vida de quienes lo han experimentado. En este artículo, exploraremos cómo estos actos impactan a las víctimas y cómo pueden encontrar apoyo para superar las secuelas de lo ocurrido. ¡Sumérgete en esta conmovedora reflexión y descubre cómo juntos podemos trabajar para crear una sociedad más segura y compasiva!
Cada crimen se siente como una sentencia de por vida.
Un artículo enviado por uno de nuestros lectores.
Creo que muchos delincuentes entenderán lo que tengo que decir. Tengo un problema con los empleadores que se niegan a contratar porque el infractor fue condenado por un delito en el que pagó sus deudas y no ha reincidido. Se me hace aún más profundo cuando el crimen ocurrió hace más de cinco años. Parece que los empleadores piensan que están por encima de los tribunales cuando me condenan (personalmente) a cadena perpetua por algo que el tribunal decidió que tenía sólo ocho meses. ¿Cómo puede un empleador contratarme, permitirme trabajar, elogiar mi trabajo y dejarme ir cuando recuperen mi verificación de antecedentes?
Mi primera condena fue en 1992. Fue la primera en mi vida y tenía 42 años. Fue un delito no violento y pasé ocho meses en la prisión estatal. Supongo que no lo entendí porque reincidí en 1998. Me sentenciaron a 8 meses en una prisión federal. Cumplí seis semanas porque ya había cumplido seis meses y medio en una institución federal. Lo único que puedo decir es que Dios estuvo conmigo. ¡Pero! Los empleadores y el público no son tan indulgentes. No creen que la gente pueda cambiar. Salí de la prisión federal con una firme resolución. Eso no podría volver a suceder ni volvería a suceder. Haría todo lo que esté en mi poder para garantizarlo. Tan pronto como salí recuperé a mis nietos. Mi hija quedó embarazada mientras yo estaba fuera. El bebé nació prematuramente en enero de 1999, siete semanas antes de que yo regresara a casa.
Ahora tenía cuatro bebés y mi hija ya no estaba. Me mudé a Dallas por dos años y encontré trabajo de inmediato. Los empleadores de Dallas fueron muy indulgentes. Fue fácil encontrar trabajo. Me sentí bien, pero me dio una falsa sensación de seguridad porque pensé que todos serían así. Debería haberme quedado allí, pero regresé a California. Estaba cansada del rechazo y pensaba que una vez terminara mis estudios podría encontrar trabajo. En agosto de 2002 di dos grandes pasos: comencé a practicar el celibato y me matriculé en la universidad. A excepción de los niños y mi madre, que vivía cerca, me adapté muy bien a una vida en la que estaba completamente sola.
Durante los siguientes nueve años, me gradué de SBVC, Sociedad de Honor Alpha Gamma Sigma, con un título asociado en Servicios Humanos y Artes Liberales (2007); En 2005, tenía suficientes créditos para postularme a la universidad. Visité ambos al mismo tiempo. Me gradué de la CSUSB con una Licenciatura en Ciencias en Sociología con concentración en Servicios Sociales (2009); y UoP, con Maestría en Ciencias en Psicología (2001). Debido a mi condena por un delito grave, no hice el examen para obtener una licencia estatal. Volvió a la mesa de dibujo. Tenía que hacer que algo sucediera. Era 2011. Nuevamente hice dos cosas: comencé un negocio y lo llamé Finding Redemption (se enfocaba en ayudar a personas y familias sin un hogar permanente, pero no había pago, era más como un servicio comunitario) y comencé a Escribí un libro sobre los fracasos de mi vida, lo terminé y lo publiqué. El título era “La nieta del barbero y la hija de un predicador”.
Hubiera sido bueno si hubiera ganado mucho dinero, pero no lo hice. Sin embargo, fue más un movimiento de “exhalación”. Lo escribí porque necesitaba sacarme todo (todo el dolor, el arrepentimiento y la culpa) de mi pecho. Había lastimado a muchas personas, incluidos mis hijos y yo mismo. Necesitaba un cierre y necesitaba expresar mi remordimiento, no me amaba ni me perdonaba y estaba estancado. No pasaba un día sin que pensara en mi pasado. Destruyó mi confianza y mi capacidad para socializar, y mucho de eso no ha cambiado. He sido célibe durante 15 años y todavía no estoy listo para tener una relación, aunque sea solo de amigos.
En 2016, me resultó imposible administrar mi negocio. No me quedaba mucho dinero para financiar la organización sin fines de lucro. Después de cinco años, cuando expiró mi licencia comercial, las puertas de Finding Redemption se cerraron. A estas alturas ya me había ganado el respeto de la iglesia y la comunidad. He devuelto y pagado y continuaré haciéndolo. No he vuelto a ofenderme desde hace más de 18 años y sólo Dios me ha perdonado. ¿Pero no es ese el punto? Sólo Dios puede juzgar. Uno pensaría que con todo lo que he hecho para mejorar y cambiarme, alguien vería este corazón que llevo en mi pecho. A veces pienso que quieren sangre real. Me pregunto por qué sigo aguantando. La respuesta: realmente creo que hay cierta persona ahí fuera, no por casualidad sino por intervención divina.
Si hay alguien leyendo esto que tiene la fuerza y el coraje para cambiar la vida de alguien, por favor no se atreva. ¡Eso es lo que estaba esperando! La persona que me da la oportunidad de demostrar quien digo ser, pero hasta el momento eso no ha sucedido, pero tampoco me rindo. Soy un activista y un apasionado de este tema porque creo que es una de las principales causas de las altas tasas de reincidencia en la cultura negra y morena, que a su vez destruye el sistema familiar. Si alguna vez me encuentro en esta posición, planeo hablar y luchar por todas las personas que han recibido tal “cadena perpetua” por los crímenes que cometieron. Sólo una cosa más: negarnos la oportunidad de ganarnos la vida nos hará fracasar. No te rindas y no te rindas. ¡Sigue intentándolo y mantente libre!
